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Una vieja charla con Andrés Belpusi
                                                                                                                                         Por Norberto Malaguti

Revisando viejos papeles, encontré el manuscrito de una entrevista que le hiciera hace más de veinticinco años a un vecino de Villa Devoto Norte, don Andrés Belpusi. En aquel entonces don Andrés superaba largamente los ochenta años. Empezaba sus recuerdos de aquella lejana niñez, diciendo- “Junto a mis padres, hermanos y medio hermanos veníamos a visitar a unos familiares que rentaban una pequeña parcela donde trabajaban una quinta.” “Vivíamos en las proximidades de Retiro, de allí nos trasladábamos para tomar el tren a la estación Palermo del Ferrocarril Buenos Aires al Pacifico (San Martín), hasta la nuevita estación de Devoto, y nos ibamos caminando, atravesando la plaza con su bella arboleda de jóvenes causarinas, siguiendo por Washington (Fernandez de Enciso) hasta la avenida San Martín y avenida América, donde había un despacho de bebidas, (1) todo camino de tierra”. “De allí por una picada (huella de tierra), entre quintas y yuyales para llegar a la casa de los tíos., que estaría cerca de donde hoy se encuentra la iglesia”. (Jesús de la Buena Esperanza). (2) “Debo recordar que tenía en ese entonces ocho años, estoy hablando del año tres” (1903). “Era para mí, una verdadera fiesta llegar al campo, cerca de una hermosa villa, conocida como “Villa Devoto”, pues era escapar del encierro de las piezas del inquilinato, donde dormíamos apretujados, para encontrar un mundo repleto de espacios verdes, animales sueltos y un arroyo caprichoso, cómplice de nuestras travesuras”. “La casa de nuestros familiares muy modesta pero amplia, tenía dos grandes salas, unidas por una galería con pisos de ladrillos, una pieza mas al fondo, La cocina, con el fuego y la olla siempre dispuesta, una letrina al fondo, con papeles de diario colgando de un gancho y el balde con agua”. Estaba construida una parte de ladrillos, donde se apoyaban las paredes hechas con chapas acanaladas y madera de pinotea de los cajones donde se importaban maquinarias, con unas letras en un idioma que no entendíamos”. “En la quinta en los primeros años, contaba mi hermano mayor (3), había un aljibe, que recuerdo estaba tapado con una especie de puerta de madera, sí en cambio, esta presente en mi memoria la bomba de mano, en la que nos entreteníamos llenando baldes, para el riego de la quinta de una dimensión algo mayor de media manzana., o llenar unos cuencos de mármol para que bebieran las gallinas, a las cuales les sacábamos las posturas, agujereábamos el huevo por un extremo y lo chupábamos a escondidas de los mayores”. “En la parte sembrada había finucho (hinojo) que me encantaba comer sus hojas y semillas, acelga, algo de papas, tomates y zanahorias. No faltaban los árboles de limones, higueras de distintos tipos, negros, ñatos, españoles, de membrillos, nísperos, naranjos, un árbol de granadas, un laurel. En las zanjas que servían de desagote a la pileta de lavar, había una larga fila de plantas de calas” “La mayoría de las pocas casas, eran como la que yo visitaba, de madera y chapa acanalada, algunas de ladrillos, unidos con argamasa de barro, solo revocadas por dentro, no había tendido de energía eléctrica, ni agua corriente, ni cloacas, o teléfonos, algún que otro molino australiano en el horizonte”. “No habían calles interiores, salvo Oran (Emilio Lamarca) que venía de la avenida América y moría en unos alfalfares donde posteriormente se construiría la avenida General Paz. Otros vecinos, varios de ellos valencianos, tenían quintas un poco más grandes, donde producían varias hortalizas, algunas parras, frutas donde se destacaban frutillas y melones. No existían vestigios de la futura avenida General Paz, por los menos de la avenida San Martín hasta las vías del ferrocarril a Rosario, que solían estar sembrados de alfalfa y avena para forraje de la numerosa caballada, que usaban los hornos de ladrillos, los mismos quinteros y los carreteros que trasladaban sus productos al centro de Villa Devoto, al pueblo de San Martín”. “Algunos pocos criaban animales, sobre todo se veían chivos sueltos, algunos corderos, y muy pocas vacas para ordeño de leche para consumo familiar o para vender algunos pocos litros sobrantes a los vecinos”, “El arroyo, que venía por lo que hoy es José Fagnano, y se perdía por debajo del puente del Ferrocarril (Avda de los Fomentistas hoy), era poco profundo, alrededor de tres o cuatro metros y en algunas partes menos profundidad, corría muy poca agua, salvo los días de intensa lluvia, que solía salir de cauce y anegar a las quintas. Era el arroyo tambien parte de nuestro juego, ir a cazar ranas y anguilas, que los tíos preparan y comíamos. El único cruce al mismo era en el camino a San Martín, después algún puente improvisado de troncos y madera, que cada inundación se encargaba de hacer desaparecer”. “Yo no recuerdo bien si fue en 1904 o 1905, que se produjo el primer remate de lotes, por la zona donde esta ahora la iglesia” “Mi padre compro un par de lotes en uno de esos remates, pero no se si los vendió o canjeó por una propiedad donde después nos vinimos a vivir” (4) “Urbanizada esa zona, las quintas, empezaron a quedar reducidas al triangulo que formaban Oran, San Martín y el Camino de Circunvalación, sin apertura de calles, y animales sueltos lo que generaba las quejas del nuevo vecindario. Encerraba el nuevo poblado una extensa quinta de un señor Carbone, en la zona próxima a la futura parada Km. 14 (5) “Existía una laguna “La Cuadrada”, cerca de la estación Migueletes, probablemente, originada por el retiro de tierra que hacían los hornos de ladrillos, allí ibamos a refrescarnos en el verano, nos abrochábamos o cocíamos entre las piernas las largas camisetas de algodón que se convertían en nuestros trajes de baño”. “Pocos años después, ya se habían vendido cerca de un millar de lotes, dándole a aquella zona las características de aquellas familias proletarias donde era común escuchar distintos dialectos europeos y percibir los aromas de las diferentes cocinas regionales” .“Sin lugar a dudas existían muchas privaciones, las dificultades de un nuevo rincón urbano desprovisto de los servicios más elementales, pero que sin embargo, nuestros sueños, esperanzas y una vecindad solidaria la hacía mas llevadera” “No puedo negar que me emociona evocar esos recuerdos, probablemente hayan sido los años más felices de mi larga vida”...

(1) Esta referencia corresponde a la Pulpería “El Cimaro o El Cimarrón”
(2) Cabezón al 3300, la Iglesia se inauguró en 1932
(3) Se refiere a Gerónimo Marrano, hermanastro, que fuera en 1912 uno de los fundadores de la
      Sociedad de Fomento de Villa Devoto Norte.
(4) loteo fue el 19 de Noviembre de 1905, por orden de los herederos de Manuel Lynch, abarcaba
      la zona comprendida entre avenida América (Moscóni) Llavallol, Campana hasta llegar a el
      trazado de la avenida de circunvalación (General Paz), con el nombre de Villa Kelsey,
(5) Estación Pueyrredón del F.C. Bme Mitre.